Que la rabia inunde cada vaso capilar de mi cerebro, cada cajón sellado de mi consciencia, cada poro abandonado de mis pulmones… Llegó el momento de la furia, de alimentar el ego desnutrido.
No comprenderás tu verdad artificial, lo que alimentaron tus silencios a mis ganas famélicas, ni las astillas de estos huesos, hasta que veas mis colmillos amenazantes en cuanto te huela… Esta batalla la tengo ganada. El despiadado animal herido que has despertado no conoce adversario tan demente como para hacerle frente.
No hundiré mis dientes afilados en tu carne, la tuve entre mis manos, resbalando con la mía, la besé sin condiciones, la recorrí hasta dormirte… jamás la desgarraré.
No estrangularé tu cuello entre mis mandíbulas agotando el oxígeno que te mantiene con vida, sentí tu respiración en cada centímetro cuadrado de mi cuerpo dándome vida en mil noches clandestinas, jamás te robaré el aire.
No quiero tu sangre, quise ser tu pálpito, entregarte la mía en catas privadas para las que nunca estabas preparado. No quiero hacerte daño…jamás.
Pero cuando veas mis colmillos y el dolor que hay tras estos ojos encendidos de incomprensión… aléjate… y busca entre tus huesos, cuestiona tus actos pasados, tus palabras en cuentagotas, tus gestos, tus pasos, tus oídos ebrios de mis entrañas, lo que te di, lo que ofrecías, lo que callaste, lo que me desangré…
… Y si revolviendo entre tus tripas encuentras honestidad y pulcritud en tus horas conmigo… que tengas suerte.
-LaZeta-