martes, 19 de julio de 2022

El Cuerpo



Aquel cuerpo se moría. Aferrado apenas a un esfuerzo pulmonar cada cuatro segundos.

Debía dolerme su inminente ausencia.


Dolía hasta el hueso su dolor dormido.


Mi cuerpo era un lienzo. Pinceladas de un afecto remoto y compasión. Sin llantos, sin preguntas.

Compañía y umbral.


El estertor de la muerte es genuino. Sombrío, omnipotente, intocable. Asoma y no hay vuelta atrás. Nadie vuelve.

Nadie quiere irse.

Ni la madre, ni el hijo.


Lo que nunca existió se marchaba…


Y me quedé igual de huérfana, pero más ligera.


Aquel cuerpo se moría. El regalo era mi mano en su pecho. Nunca tuve mucho más. 

Estar donde debes, pero no como esperan.


Lamento su temprana partida, padre, por usted.

Pero permítame celebrar mi silenciosa supervivencia, a pesar de usted.



[En algún momento del año 2020)